Por Montserrat Toledo (Ayudante de Vive la UC)

El 2 de julio ocurrió un evento que la mayoría de las personas pueden presenciar solo una o dos veces en su vida: un eclipse solar total. Si bien estos fenómenos astronómicos se producen una vez cada dos años en promedio, no son visibles en todas partes del planeta. Para observarlos en su totalidad y ver cómo la luna tapa al sol por unos instantes, hay que estar en una delgada franja de tierra, y en esta oportunidad, parte de esa porción de territorio fue a la altura de Chile. Este espectáculo fue apreciado por millones de entusiastas chilenos y chilenas, apreciándose en su mayor magnitud en la Región de Coquimbo, y en un 92% en Santiago.

En el contexto de este atractivo fenómeno, la astronomía de nuestro país y los centros astronómicos estuvieron en ojos de todo el mundo esta semana. Y un ejemplo de estos lugares que han sido cuna de observación e investigación es el Observatorio Manuel Foster, que está emplazado en lo alto del Parque Metropolitano de Santiago, y forma parte de los espacios más antiguos de la UC.

Este observatorio fue construido en 1903 por un equipo del Lick Observatory de California, siendo el primero de talla internacional en instalarse en Chile, con el objetivo de mirar estrellas y medir sus velocidades desde el hemisferio sur. Rápidamente, se consagró como uno de los observatorios más importantes de la zona, pues se llevaron a cabo diversos descubrimientos y estudios. A fines de la década de 1920, los astrónomos que habían fundado el observatorio regresaron a su país, por lo que comenzaron las conversaciones respecto de qué ocurriría con el centro. El académico UC y político de la época, Manuel Foster Recabarren, se había vinculado desde el comienzo con los astrónomos norteamericanos y, en 1929, decidió comprar el equipamiento y donarlo a la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Durante los años posteriores, el Observatorio Manuel Foster se utilizó para docencia e investigación. Según explica Bárbara Silva, doctora en Historia de la UC, “aunque el interés principal de los estudios que se hacían en el Foster no eran los eclipses, hay algunos registros. Por ejemplo, hay registros de un eclipse en 1947 que se registró desde allí, con ayuda de estudiantes de ingeniería de la UC”.

Álvaro Valenzuela está cursando su último año de Astronomía y ha sido monitor del observatorio. El estudiante cuenta que “el año 2010 se le declaró Monumento Nacional y con mucha razón: “Fue el primer observatorio internacional que se instaló en Chile, un pionero en aquella época y que definitivamente puso a Chile en el mapa de la astronomía mundial”. Asimismo, Álvaro asegura que su experiencia de trabajo en el recinto ha sido única. “El trabajo que hacían en ese lugar es una mezcla entre ciencia y arte; estar en el mismo lugar que pisaron científicos de renombre durante el primer cuarto del siglo XX te da un baño de humildad y te recuerda que no todo siempre ha sido así de rápido e instantáneo”, comenta.

El estudiante también reflexiona que “para los chilenos, el observatorio debería significar el hito que puso a nuestro país como destino obligatorio para observar el universo. La mayor riqueza de nuestro país está en la mente de las personas y en nuestros cielos; no hay otro lugar en el mundo como Chile para observar el espacio”.

El observatorio Manuel Foster abre sus puertas al público general una vez al año, en el Día del Patrimonio Nacional, para mostrar a todas las personas su riqueza histórica y científica.