GESTIÓN EMOCIONAL EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

GESTIÓN EMOCIONAL EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE
En el contexto-país que estamos viviendo hoy en día es normal que las personas tengamos una sensación de incertidumbre, que se combinan con la angustia, euforia, irritabilidad y otros sentimientos. Bajo este escenario, el equipo de Manejo de la Ansiedad, Estrés y Sueño entregan algunos tips para saber cómo hacer frente a esta situación resguardando nuestra salud mental.
14-11-2019
Por Patxi Usabiaga, del equipo Manejo de Ansiedad, Estrés y Sueño

Durante los últimos días nuestro país ha experimentado una crisis política y social, que ha traído consigo una profunda sensación de incertidumbre. Las movilizaciones ciudadanas remecen la aparente estabilidad nacional y, sorpresivamente, tenemos más preguntas que respuestas: ¿cuál será el desenlace de este movimiento telúrico? ¿Qué podemos esperar? ¿Qué cambios se avecinan, y cómo serán?

Sin importar nuestra posición ideológica, la contingencia nacional nos interpela. En este sentido y, en respuesta a las interrogantes que aparecen durante estos días de cambio, es posible que hayamos estado formulando en nuestra fantasía incontables y muy diversos escenarios, tratando de predecir el devenir de la situación actual. Es probable además que nos sintamos agobiados, eufóricos, impotentes, esperanzados, rabiosos e incluso culpables; todo al mismo tiempo. Las emociones toman la palestra y nos acompañan con intensidad, en coherencia con nuestra valoración e interpretación de los sucesos que están aconteciendo.

Las emociones pueden ser definidas como respuestas innatas frente a sucesos subjetivamente relevantes para una persona, y tienen por función comunicar necesidades, optimizar el procesamiento de la información, y orientar nuestra conducta (Reyes y Tena, 2016). En este sentido, podemos entender que las emociones son capaces de evidenciar que ocurre algo que es relevante para nosotros, y movilizarnos para tomar acciones en virtud de ello.
No obstante lo anterior, dada la incertidumbre sorpresiva frente a la que nos encontramos, es posible que la tarea de identificar cuál es el mensaje que nos ofrecen las emociones que experimentamos se haya vuelto un reto difícil, y nos hayamos sentido afligidos e inquietos. ¿Cómo podemos gestionar esta experiencia sin sentirnos abrumados por ella? ¿Es posible eliminar o suprimir los afectos? ¿Cómo convivir con el deseo de “sentirnos bien” y “estar tranquilos” cuando tenemos emociones que nos incomodan?

De acuerdo con Werner y Gross (2010), la capacidad para regular nuestras emociones, lejos de nuestros deseos de suprimirlas, radica en el reconocimiento del afecto y la adaptación al contexto situacional. En otras palabras, lo que nos permitiría experimentar las emociones sin sentirnos abrumados por ellas, sería permitir su aparición y acogerlas sin evitarlas, sin rechazarlas o tratar de cambiarlas para que sean menos incómodas o dolorosas. Este reconocimiento implica tomar una perspectiva de observador, que con curiosidad percibe y contempla sus propios afectos, pensamientos y sensaciones. Esto nos permitiría reconocer qué es lo que nos está pasando, y familiarizarnos con ello paulatina y amablemente.

El segundo elemento para la regulación emocional descrito por los autores dice relación con el entrenamiento en discriminar cuán controlable es el estímulo o situación que origina el malestar. Identificar qué eventos son modificables y en qué medida, nos permitirá tomar acciones concretas para incidir en ellos (Werner y Gross, 2010). Así también, reconocer cuáles escapan a nuestro control, nos permitirá también poner en práctica la aceptación (Hayes & Wilson, 1994). De acuerdo con Kabat-Zinn (2013), la aceptación “significa, en última instancia, entender el modo en que las cosas son y descubrir el modo más sabio de relacionarse con ellas y actuar, con esa visión clara, en consecuencia” (p.88).

La incertidumbre y las variadas emociones que traiga consigo, nos enfrentan al desafío no solo de posicionarnos frente al acontecer nacional, sino también a aprender nuevos modos de relacionarnos con nuestra forma de sentir y de vivir. Los pensamientos y los sentimientos que emerjan durante estas semanas son señal y evidencia de algo relevante para nosotros, y aprender a reconocerlos y legitimarlos no sólo nos permitirá vivirlos con mayor serenidad, sino también movilizarnos y actuar en consecuencia con ellos. El emocionar, en este sentido, se puede entender no solo como una respuesta innata a un evento relevante, sino también como parte de nuestra responsabilidad civil.