Por Sebastián Ávila Donoso

La crisis sanitaria producida por el Covid-19 ha sido un verdadero remezón para todo el mundo. Las rutinas se han tenido que adaptar y una de ellas son las del área académica. La UC, junto a su comunidad de cerca de 40 mil personas, no ha estado exenta de esto. La incertidumbre es un eje común para todos. Nadie sabe cuándo retornaremos a nuestras rutinas presenciales.

Para los(as) estudiantes no ha resultado fácil adaptarse. La gran mayoría destacan la labor y disposición de los docentes, la reestructuración de muchas clases y el hecho de que graben sus sesiones. Sin embargo, problemas como la falta de concentración, ansiedad y algunas fallas en las conexiones a internet son transversales.

La nueva vida académica

La estudiante de quinto año de Ingeniería Civil, Daniela Romero, comenta: “Las clases me han funcionado bien, los profesores y los compañeros han puesto harto de su parte. Hay algunos ramos en lo que me cuesta concentrarme y a veces se me cae el internet”. Daniela valora que las clases se graben, ya que esto le ayuda a estudiar, pero reconoce que “el estado anímico y la salud mental, con el tiempo te pasa la cuenta”.

Para Darla Rebolledo, estudiante de Pedagogía en Educación Parvularia del Campus Villarrica, al comienzo fue “una situación desesperante, no podía concentrarme y se sumó más carga académica”. Sin embargo, destaca todo el esfuerzo de los profesores. “Entiendo que esta situación es difícil para todos. Puedo comunicarme siempre con ellos y presentan una buena disposición a realizar las adaptaciones necesarias”. Valora, además, la continuidad de las clases, “aunque su concentración y organización se hace compleja a veces”, comenta Darla.

La situación de Camila Francesetti, estudiante de Dirección Audiovisual, ha resultado, en parte, diferente. Reside en una comuna alejada del centro de la capital y comenta que las clases online le “han resultado bien, me han favorecido debido a que ahora ya no gasto dos horas de trayecto cada día”. Sumado a esto, Camila recibió la beca de internet ofrecida por la UC, elemento que le ha permitido conectarse de forma más expedita. También realza la disposición de los profesores(as): “Un día viernes tuve problemas de internet, la profesora me pidió mi número de teléfono y me llamó para dejarme al tanto de la clase”, cuenta. Para Camila Mora, alumna de Pedagogía en Educación Parvularia de Villarrica, la experiencia ha sido similar a Camila Francesetti. “Mi experiencia en las clases online ha sido súper buena, porque estoy en un contexto específico. Yo viajo de Temuco a Villarrica todos los días, y eso requiere cuatro horas invertidas en viaje, entonces ahora me ahorro 4 horas para comer, dormir y avanzar en trabajos”. Agrega que sus desafíos han sido en lo emocional y en la concentración, ya que “estar en cuarentena nos es algo fácil, no es fácil saber cuándo podrás volver a abrazar a tu familia, y eso afecta”.

Por otro lado, Antonia Zamorano, estudiante de tercer año de Derecho, sostiene que ella aprende mejor en forma presencial, viendo las las expresiones corporales y estando en la sala de clases. Para ella, las clases online hacen de la dinámica profesor-estudiantes algo más impersonal. “Soy una persona que aprende a través de la audición, me gusta ver como un profesor se expresa kinésicamente y cómo se dirige a sus alumnos. Eso no lo puedo apreciar tanto en esta modalidad. Es un poco más impersonal”. Del mismo modo, ha tenido dificultades para concentrarse, ya que vive junto a su familia, que es numerosa, su ansiedad ha aumentado y producto de la gran carga académica no ha podido organizarse bien.

Cómo se han ido adaptando los(as) docentes

Profesoras y profesores también viven las exigencias, tanto desde el área administrativa como personal. Reestructuración, adaptación y contención son ejes claves que han marcado su labor pedagógica.

La profesora de Microeconomía en Inglés de la Facultad de Ingeniería, Patricia Galilea, cuenta que ha aprovechado las funcionalidades de Canvas para hacer sus clases, las cuales sólo puede grabar una vez que sus cuatro hijos se duermen. “Grabo entre tres y cuatro cápsulas por clases, las subo a Youtube, les pongo subtítulos y, al final, desafío a los estudiantes con una tarea corta para que apliquen”. Con respecto a las evaluaciones, esta docente de Ingeniería las planificó para que se entreguen online e incorporó elementos diversos, como memes, videos, entre otros. Afirma que el foco está en el aprendizaje y que extraña “el poder interactuar más libremente con los estudiantes, reconocer sus caras y nombres”. Por otra parte, confiesa que su percepción es que sus alumnos(as) están agotados al pasar muchas horas en el computador. Además, “cada uno tiene una realidad distinta, hay algunos con espacios adecuados para estudiar y otros no”. Es por esto, que siempre busca fórmulas para tener una mayor comunicación con sus estudiantes.

Para Patricia no es fácil cumplir con toda esta labor a diario, que conlleva exigencias administrativas y familiares, y plantea una preocupante situación: “Las labores de cuidado del hogar recaen mucho en las mujeres y este teletrabajo ha acrecentado esa brecha. Yo escucho a mis colegas hombres contar que cuentan con su oficina dentro de su casa, que su señora se encarga de sus hijos, que trabajan relativamente tranquilos. Ese no es mi caso y no creo que sea el caso de ninguna académica. Tengo muy pocos momentos en los cuales me puedo concentrar tranquila, que generalmente es en la noche”.

Por su parte, el profesor de la Escuela de Psicología, Gonzalo Gallardo, quien realiza tres cursos, cuenta que junto a sus colegas han intentado “humanizar los espacios”, solicitando a los estudiantes que prendan sus cámaras e incentivándolos a participar. Comenta que las primeras semanas la situación fue extraña y de “incerteza sobre lo que estaba pasando”. Gonzalo tiene en cuenta las dificultades de cada estudiante: “Se caen las conexiones y para otros el ruido ambiente en su casas es complejo”. Cuenta que la recepción de sus alumnos(as) ha sido positiva, con asistencia y participación, “asumiendo que es un semestre más de contención que de contenido, de ir acogiendo y escuchando los problemas que ellos(as) puedan tener”. Así, quien también es coordinador del Observatorio de las Juventudes Universitarias de la DAE, realiza pausas en sus clases, cada una hora, y ha implementado diversos elementos como cápsulas, powerpoints, y sube las cátedras grabadas. Asegura que ha dedicado más tiempo a la planificación y al diseño de clases, y reconoce que “ha sido un semestre exigente. He andado más cansado. Ha sido mentalmente difícil para todos”.

Experiencia en el CARA

Entrenamiento en presentaciones orales efectivas, es el curso CARA que dicta Viviana Carrasco. Ha utilizado Canvas y herramientas propias de la plataforma para grabar sus clases. “Hemos tenido que flexibilizar y ajustarnos en el proceso, debido a las conexiones a internet y a la necesidad de mantener las cámaras encendidas, para ver nuestro lenguaje no verbal”.

Comenta que es relevante para el CARA UC saber cómo los estudiantes reciben sus clases y acogen sus opiniones. “Por eso, propusimos un ajuste con un formato llamado Flipped Classroom, que consiste en invertir la clase, enviando cápsulas de contenido teórico en forma previa y dedicando la clase a lo práctico, para mediar la aplicación de ese contenido”. Viviana Carrasco afirma que uno de sus desafíos “está en dar lo mejor posible de uno mismo, como profesional, pero siendo realista”, concluye.


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